Ideología política que nace en la izquierda socialista y desemboca, según su representante nacional, en el “centro derecha” del espectro político actual. De socialistas a capitalistas con rostro humano, si se quiere decir de otra forma.
Según la Wikipedia:
«[L]os socialdemócratas pretenden reformar el capitalismo democráticamente mediante la regulación estatal y la creación de programas y organizaciones patrocinados por el estado para aliviar o quitar las injusticias infligidas por el sistema de mercado.»
Así pues, los socialdemócratas abandonan el cambio de sistema económico y la supresión de clases sociales a favor del mantenimiento de un capitalismo “corregido” por la intervención del Estado en el cual las diferencias sociales no sean demasiado grandes, amplían los derechos políticos y sociales (frente a los liberales puros) para conseguir una suerte de igualdad de oportunidades dentro de un sistema (el capitalista) que no las brinda pero las reclama como propias o necesarias.
Las etapas que marco en la presente sección no corresponden a las etapas normalmente reconocidas dentro de la socialdemocracia, responden a mi criterio de cómo podríamos ordenar la historia del socialismo reformista, en parte, desde su confrontación con el socialismo científico y revolucionario, y no tanto dentro de sus etapas “ideológicas”, para una historia mejor estructurada, véase “¿Qué es la Socialdemocracia?”1) de la Fundación Socialdemócrata.
En el proceso de lucha por los derechos sociales y políticos dentro de la sociedad liberal de mediados pasados del S. XIX aparece un grupo de socialistas que deciden abandonar la vía revolucionaria del resto en favor del reformismo desde “dentro” del sistema, el fin inicial era el mismo, tanto de los compañeros revolucionarios como los reformistas, variaban las formas únicamente.
La Asociación Internacional de Trabajadores (creada en 1864) aconsejó la creación de partidos socialistas revolucionarios que defendieran en el nuevo campo político dentro de las democracias representativas burguesas del sentir de la clase proletaria, sirviendo como otro brazo dentro de la lucha global de los socialistas contra el sistema burgués e imperialista.
El primer partido socialdemócrata fue el alemán (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, SPD), en 1869, que aun hoy sigue existiendo, siendo el mejor ejemplo de lo que fue y lo que es la socialdemocracia, y cómo eso de “social”, “socialdemócrata” o “socialista” (nombre que mantienen muchos partidos socialdemócratas) no es más que un adjetivo carente de significado.
En 1875 se unifican dos partidos obreros alemanes, el “Sozialdemokratische Arbeiterpartei Deutschlands” (SDAP, fundado como sección alemana de la AIT y que se declaraban marxistas) y la “Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein” (ADAV, Asociación General de Trabajadores de Alemania, donde no participaban marxistas, solo reformistas), dentro del nuevo “Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands” (SAPD, Partido Socialista de los Trabajadores Alemanes), partido que viene con un programa, el de Gotha, bastante “criticable” desde un punto de vista socialista.
El llamado Programa de Gotha2) fue durísimamente criticado tanto por Marx3) como por Engels4). El problema no fue solo que las reivindicaciones del partido estuvieran “por debajo” de lo pedido por el socialismo revolucionario (entendible dentro de un partido que se supone, buscaba el socialismo “por pasos”, conseguido de forma gradual dentro de la democracia burguesa), la cuestión central es que ideológicamente ya se habían apartado en temas centrales como el propio concepto de generación de riqueza y cultura, o incluso, el fundamento y fin del propio Estado5)… Marx consideraba que la facción de Lassalle (el ADAV, que no eran seguidores del marxismo) había triunfado, con su visión estrecha del socialismo, en que ni siquiera era palpable el internacionalismo proclamado por la AIT y el Manifiesto Comunista.
Hasta ahora podríamos afirmar que los socialistas reformistas y los socialdemócratas diferían en medios y algunas formas, pero ambos tenían la misma meta, la implantación del sistema socialista. Pero esa meta, para los socialdemócratas, fue variando poco a poco. El primer gran punto de inflexión lo tenemos en “Die Voraussetzungen des Sozialismus und die Aufgaben der Sozialdemokratie”6) (“Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” en castellano), de Eduard Bernstein7), publicado en 1899. La Segunda Internacional (la Internacional Socialista) mayoritariamente rechazó las bases que planteaba Bernstein, pero poco a poco los partidos socialistas y socialdemócratas fueron haciendo de este texto su base ideológica. En teoría el fin, incluso para Bernstein, era la instauración de un sistema socialista, aunque en ese “nuevo” socialismo este sistema ya podía vivir dentro del capitalista “humanizado”, dentro de ese Estado que el socialismo revolucionario quería destruir.
Los socialdemócratas, como otros críticos a los liberales clásicos, consideran necesario garantizar la libertad del mercado utilizando, para ello, la intervención del Estado (en un reconocimiento de las deficiencias del mercado y, por supuesto, de la “necesidad” de mantener vigente dicho mercado, de “hacerlo perfecto”), así mismo, consideran que el mercado no es perfecto asignando los recursos ni distribuyendo las ganancias, y por ello vuelven a recurrir al Estado burgués para que el mismo se encargue de atajar dichas deficiencias con “pequeños arreglos”. Otro cambio importante se ve en el partido, así pues, de ser de Clase pasa a ser de Pueblo8), con ello se pasa del partido monoclasista al policlasista, de la horizontalidad a la verticalidad (diagonalidad, que le llaman); lo cual constituye un cambio profundo y real en el entendimiento tanto de la lucha social como del objetivo de la misma, así como de la organización de la sociedad.
Poco a poco se iban decantando, los partidos socialdemócratas, por asumir posturas más “reformistas” incluso que las planteadas por Eduard Bernstein, así que era cuestión de tiempo que esos partidos socialistas, que mantenían el marxismo dentro de sus declaraciones de principios, borraran las mismas como un reconocimiento de su actualidad ideológica, más que un rechazo actual por el marxismo, era poner en claro lo que ya pasaba.
En 1959 durante el Congreso del PSD alemán se decidió, finalmente, reconocer «la obsolescencia del marxismo frente a los retos que implicaba sobrevivir en una situación de posguerra y frente a la posibilidad de llegar al gobierno.»9), el camino ideológico tiempo atrás tomado se volvía claro y transparente por fin, se abandonaba, de esta forma, el objetivo declarado (e imposible de conseguir bajo las tesis socialdemócratas) de conseguir una sociedad sin clases y se pasaba a buscar un estado socialdemócrata (lo que, como digo, era lo que venían buscando desde que se distanciaron realmente del marxismo).
Esta etapa, de mayor auge de los partidos socialdemócratas, sobre todo en Europa, es a la par la de la expansión total del capitalismo, el mismo que ahora era defendido a ultranza por los partidarios de la socialdemocracia, eso sí, con “rostro humano”, no se vayan a pensar que era el mismo capitalismo que el que afectaba a los países en que gobernaban los liberales, sino otro distinto, que perpetuaba la misma sociedad de privilegios, eso sí.
Las banderas10) de esta socialdemocracia eran: Liberalismo político (aceptación del sistema burgués representativo), economía mixta (conviven los medios de producción privados con los públicos, impulso, finalmente, de los primeros), Estado de Bienestar (políticas públicas que “liman” las deficiencias del mercado en cuanto a la atención social, mitigando las diferencias sociales y los problemas que la misma da), con un “compromiso” con la igualdad social y, por último, keynesianismo11) (obra pública y otras políticas económicas para favorecer o conseguir el pleno empleo y reactivar, si eso, la economía).
En esa orgía de resultados electorales favorables, de implantación del Estado de Bienestar y de, finalmente, perder el rumbo por completo, llegó una crisis del petróleo12) que frenó con todo las intenciones socialdemócratas en el poder burgués, y el capitalismo mostró su cara, la que los socialdemócratas pretendían “tapar” (más que cambiar) lo que trajo duros golpes al centro izquierda ocupado, desde mucho tiempo atrás, por los PSD. Y los socialdemócratas que aun gobernaban, tomaron el mismo camino que los llamados neoliberales (que son los mismos liberales de toda la vida, que lo único de nuevo que traen es el nombre), esto es, menos gasto público, más privatizaciones del mercado, menos “endulzar” el capitalismo…
En gran medida, antes del inicio de la misma, ya se encontraban en ella, pero no le habían puesto nombre. Tercera vía es un eufemismo que pusieron los socialdemócratas a su deriva neoliberal, esto es, es el nombre de lo que pretendían hacer, intermedio a la etapa anterior (a la del rechazo del marxismo, la búsqueda de un capitalismo con rostro humano) y el modelo de R. Reagan o M. Thatcher (donde el gasto público y la intervención estatal -mediante proteccionismo a lo nacional y subvenciones al campo, por ejemplo- en el mercado eran continuos, aunque eso no se suele recordar, y sí sus privatizaciones y “búsqueda de las libertades económicas”). La tercera vía es el peligroso salto que dieron entre lo que era el “centro izquierda” del espectro político al “puro centro” (si es que existe) o al “centro derecha” (visto lo visto, hasta sobra lo de “centro”). Anthony Charles Lynton Blair13), del Partido Laborista inglés, quien fuera largo tiempo Primer Ministro de su país, es la cabeza visible y pensante de la Tercera Vía14).
Esta vía es un punto de encuentro, además, entre socialdemócratas, socialiberales y liberales progresistas, pudiendo observar que es el ala más progresista-izquierdista de los liberales los que ven en esta vía la solución, como el ala derecha (mayoritaria) dentro de los socialdemócratas. Esta tercera vía también fue defendida por el demócrata Clinton. La tercera vía, y sus distintas versiones, ha sido criticada por algunos políticos socialdemócratas que aun se encuentran en la etapa pre-crisis del petróleo, como fue, en su momento, Lionel Jospin15).
La Tercera vía acepta muchos de los postulados neoliberales, apuesta, por tanto, por la estabilidad macroeconómica, el bajo déficit fiscal, se rebaja en progresismo impositivo en favor de la proporcionalidad16). Mucha de la solidaridad desde el Estado es “privatizada” o se admite, al menos, su gestión por manos privadas, con lo que el Estado Benefactor pierde presencia y la gana como Estado Impulsor de la caridad.
Por otra parte, el Estado pierde su papel en la economía mixta (que siguen defendiendo) dando dos pasos atrás, de intervenir a regular, de intervenir a invertir. Así pues, de ser un agente a ponerse como apoyo a los agentes del mercado. La socialdemocracia de la tercera vía cambia su búsqueda de humanizar el capitalismo a democratizarlo, sea lo que sea que eso signifique, puesto que sus políticas son totalmente vacías en ese plano tanto como su retórica. Incluso, el Partido Policlasista de los socialdemócratas ya no es el agente social del cambio, al menos no el único, se acompaña de la llamada “sociedad civil”, esto es, todas las organizaciones que no son propiamente partidos pero que los mismos instrumentalizan, se “despolitiza” la política y se da una imagen participativa que ni siquiera es tal.
Al igual que los liberal progresistas, la idea ya no es tanto redistribuir la riqueza utilizando para ello al Estado, sino que el Estado ayude a que se cree más riqueza que beneficiará, en última instancia, a toda la sociedad (lo que en Perú se conoce como chorreo), el estatismo, en un contexto de globalización, no sirve de nada, así que hay que buscar la regularización de los mercados internacionales así como la “transdemocracia” (formación de democracias supraestatales). En ese contexto, el capitalismo se vuelve un impulsor de la democracia burguesa que los socialdemócratas aplauden a rabiar.
La lucha por la igualdad social es una lucha únicamente por la igualdad de oportunidades y los derechos civiles y políticos de las minorías se convierten en las únicas causas sociales en las que realmente participan, así pues, abandonan totalmente la construcción de una sociedad sin clases y otros elementos de justicia social de otras épocas de la socialdemocracia.
No sé si tiene sentido que las recoja de forma sistemática, en tanto están dispersas en el presente texto.